30.3.09


You always come To the partiesToo bad the feathers Are for the birds All your needsI will not Let you grieveI want your picture But not your wordsYou know the wanting But there's no verseOn your ownBut you can Not' call it your all We always run Our heads too muchWe know the reason But such and suchOn your ownYou will not Let your arm goWe all look Bigger togetherYou know if this Is the devil's planOn your ownYou can not Call me your heartJack of all tradesMaster of noneCry all the timeCause i'm not having fun You always Want to be forgivenThe devil loves what And you printAll your needsBut you can not You will not agree

24.3.09

13.3.09



El día queda atrás, apenas consumido y ya inútil; comienza la gran luz

11.3.09

4.3.09

ANÓNIMO DEL SIGLO XXI

Desde hace un tiempo se viene advirtiendo en las ediciones peruanas de poesía una tendencia minoritaria, pero continua, que va a contrapelo del marketing. En vez de carátulas vistosas, tapas monocromas y opacas; en vez de que el nombre del poeta luzca en grandes caracteres, se le desplaza al lomo, se le destierra a páginas interiores o, en los casos más radicales, al colofón. Y, desde luego, ningún texto elogioso sobre el autor, ni siquiera informativo, al revés de las grandes empresas editoriales, que tienen uncidos al aparato publicitario de sus obras a los más vendedores.
Entre los principales representantes de esta tendencia están Renato Gómez y Paul Guillén, directores de la revista Girabel, donde se pensaba que la poesía, como el viento, la noche o la luz del sol, no puede pertenecer a nadie. Girabel –“revista de próxima autodestrucción”, se denominaba– trató de aproximarse a este pensamiento.
Si se tratase de rastrear localmente precursores de tal actitud frente al poeta y su obra habría que citar a Emilio Adolfo Westphalen, por su posición adversa a toda inclusión de la poesía en el mercado. En 1978, por ejemplo, en un congreso celebrado en México, sostuvo que “el hallazgo de una experiencia peculiar de vida” expresada en términos poéticos válidos produce un goce que mueve a compartirlo. Esta tarea –dijo– se realiza “mediante una transmisión casi de boca a oído que a veces hasta puede prescindir de los medios de comunicación de masa”. Para él no era paradójico sostener que “la difusión de la poesía escoge de preferencia esas vías soterradas – que cuanto más cubierta y clandestina sea la transmisión más posibilidades hay que sea eficaz y duradera”. Su propia trayectoria poética abona esta tesis.
Pues bien, sucede que ha empezado a circular la expresión más extremada –hasta donde sabemos– de la corriente aludida: un libro de 20 x 20 cm que si bien tiene tapas de colorido diseño geométrico estas son totalmente iletradas. Así, no hay cómo aludir a él, pues en su interior no solo permanece anónimo sino carece también de título. Si por algo puede identificársele es por su insólito tema, por su elemento básico: la caca.
Se trata de un considerable y al parecer largamente madurado poema en 29 estancias que entra de lleno a lo suyo. He aquí su incipit: “Tu ano es el centro de una religión difusa. De mi ano tu mayor instinto, / un chorro marrón de masa que ya no palpita”.