I ring the doorbell in your mind but it's locked on the outside
Me inclino a interpretar los hombres excepcionales de una época como brotes tardíos, que repentinamente aparecen, de culturas pasadas y de las fuerzas de esas culturas; en cierto sentido, como el atavismo de un pueblo y de sus costumbres. Sólo así puede hallarse en ellos materia de interpretación. De presente aparecen extraños, raros, extraordinarios, y el que siente en sí fuerzas tales se ve obligado a cuidarlas, a defenderlas contra un mundo enemigo, a venerarlas y a velar por su crecimiento; así llega a ser un gran hombre, un original o un loco, a menos que perezca antes. Antiguamente esas cualidades raras eran habituales, y por consiguiente se consideraban vulgares y no distinguían a su poseedor. Era imposible crecerse con ellas, en razón a que no había peligro alguno de que convirtieran al que las tenía en loco o solitario. En las familias y en las castas conservadoras de un pueblo es donde suelen presentarse con más frecuencia esas consecuencias de instintos antiguos, mientras que la aparición de semejante atavismo no es probable donde alternan y se sustituyen rápidamente las razas, las costumbres y las evoluciones morales. Entre las fuerzas de evolución de los pueblos el aire significa lo mismo que en la música; en el caso particular a que ahora me refiero, es absolutamente necesario un andante de la evolución, porque ésta es el aire propio de un espíritu apasionado y lento, y de esta especie es el espíritu de las familias conservadoras.
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